jueves, 17 de febrero de 2011

El constante aumento de los inmigrantes evita la caída demográfica de A Coruña

Mientras el número de residentes en A Coruña que han nacido en España disminuye cada año, la población inmigrante ha consolidado su crecimiento en el censo municipal. Sin embargo, el sentir de quienes han dejado atrás su lugar de origen para dar sentido a sus vidas es algo más confuso, sobre todo en función del país de procedencia. Latinoamericanos y europeos coinciden en que venir a España como turista y luego alargar la situación "no es difícil", al menos no tanto como conseguir empleo; africanos y árabes, por su parte, lamentan que su presencia vuelva desconfiada a la sociedad y más complicada su regularización

AIDA MOSQUERA | A CORUÑA La población inmigrante ha consolidado su incremento en el padrón municipal de tal forma que, de no ser por los extranjeros que han regularizado su situación en A Coruña, el censo de la ciudad habría registrado un importante descenso en la última década. Mientras las cifras de inmigrantes contabilizadas durante los últimos ocho años por el Instituto Nacional de Estadística han ido en continuo aumento, la cantidad global de residentes apenas ha sufrido modificación alguna, lo que denota una clara caída demográfica a nivel local; en concreto, de las 246.047 personas que se empadronaron en la ciudad el pasado año, 23.949 procedían de otros países y, recordando el censo de 2002, de un total de 242.458 habitantes, 13.205 eran extranjeros. Basta con echar un vistazo al número de altas del censo para comprobar que, mientras la población inmigrante ha registrado más de 10.000, las pertenecientes al total de habitantes se quedan en menos de cuatro millares.

Pese a la gran cantidad de extranjeros que viven en la ciudad con una situación todavía irregular, asociaciones de y para inmigrantes con sede en A Coruña señalan que el 99% de la población procedente de otros países está empadronada. "El padrón municipal abre la puerta a importantísimos beneficios sociales como es la posibilidad de acceder a una educación escolar o de recibir atención sanitaria", explica el presidente de la ONG Ecodesarrollo Gaia, Guillermo Fernández Obanza.

Más conocido por los miembros de la organización como Mito, Fernández Obanza considera que la legislación española, en lo que a la ley de extranjería se refiere, "es la más positiva a nivel europeo gracias a lo que se conoce como arraigo social -permanecer un mínimo de tres años en España y contar con un contrato de trabajo de un año a tiempo completo para solicitar el permiso de residencia-". De hecho, Ecodesarrollo Gaia ha conseguido tramitar, según señala su presidente, cerca de 6.600 expedientes para regularizar la situación de otros tantos inmigrantes, procedentes de diferentes países, en los últimos once años. Sin embargo, pese a las supuestas ventajas administrativas -los destinatarios de las mismas no siempre son de esta opinión- españolas, la inmigración continúa estando "en el último escalón socioeconómico" de los departamentos de Servicios Sociales de las diferentes administraciones, apunta Fernández Obanza convencido de que "en época de crisis, la ayuda del Gobierno local se destina más a la población autóctona que a la extranjera". No obstante, se trata de una realidad que Fernández Obanza no critica porque "hay que entender que se viven tiempos complicados", subraya convencido de que "pase lo que pase hay que huir del victimismo y luchar por seguir adelante".

Con o sin crisis, las cifras del Instituto Nacional de Estadística demuestran que la población inmigrante asentada en A Coruña ha ido consolidando su incremento durante los últimos años. Tanto es así que los datos registran un aumento de entre mil y dos mil personas procedentes de otros países, cada año, en el padrón municipal.

Las ONG destinadas a la integración de inmigrantes explican que cuando alguien abandona su país de origen lo hace, generalmente, buscando una mejor calidad de vida para la familia que deja atrás o, en el caso de migraciones en grupo, para todo el núcleo familiar. Pese a la situación económica española, buena o mala según quien la mire, la percepción que se tiene de la misma en países en vías de desarrollo "es mucho mejor de la que te encuentras al llegar a España", confiesa un miembro de la ONG Ecos do Sur. Por este motivo y porque "por poco que haya siempre será más que lo que dejan atrás", apunta el presidente de Ecodesarrollo Gaia, el censo de la población coruñesa nacida en el extranjero continúa aumentando.

Pese a tener la mirada puesta en este claro incremento -un 81,4% más de población inmigrante de 2002 a 2010-, el profesor de Derecho Penal en la Universidade da Coruña y miembro de la Asamblea polos Dereitos das Persoas Migrantes, José Ángel Brandariz, asegura que el emergente fenómeno de la migración ha experimentado un ritmo de crecimiento cuantitativo "muy lento" en la ciudad -en comparación con otros núcleos urbanos europeos e incluso españoles, como Barcelona-. "A Coruña siempre ha estado de espaldas a la realidad", apostilla Brandariz, que lamenta que "no existe un verdadero plan que vaya más allá de los parches puntuales en forma de recursos".

La carencia de "un programa en condiciones" a la que alude el también miembro del Foro Galego de Inmigración tiene, en un marco de crisis económica como el actual, "consecuencias muy severas para las personas inmigrantes".

"Hemos entrado en una dinámica de descenso social que está afectando a amplias capas de la población de tal modo que la población extranjera retorna a sus países de origen y la autóctona emigra", explica Brandariz. Un problema, añade, "que se acrecienta para los inmigrantes que no tienen papeles porque no pueden ni salir del país".

¿La solución? Según miembros de la Asamblea polos Dereitos das Persoas Migrantes, regularizar la situación de la población extranjera. "En una ciudad como la de A Coruña, las posibilidades de ejecutar una orden de expulsión son prácticamente nulas", subraya el profesor de Derecho Penal; por este motivo, indica, "si hay personas en situación de irregularidad y no se les va a expulsar, lo mejor es buscar un mecanismo de arraigo que ayude a su legalización".

Además de "una política municipal específica" que establezca cómo estructurar dicho mecanismo de arraigo, Brandariz echa en falta una mayor madurez por parte de la sociedad."No es que haya xenofobia, es que la sociedad no es lo suficientemente madura", concreta para hacer referencia a la conciencia de integración y de acogida que "muchas veces escasea" en la mente ciudadana. "Tal vez deberíamos recordar que, al fin y al cabo, en A Coruña estamos viviendo lo mismo que experimentaron otros países hace cuarenta o cincuenta años, pero de una forma mucho más rápida", apunta el miembro de la Asamblea polos Dereitos das Persoas Migrantes convencido de que el fenómeno migratorio vive en la ciudad "una especie de compresión histórica".

Algo similar defiende la asociación latino-eslava Amigos en España (Amespa). "Ofrecemos cursos de formación, bolsas de trabajo, ropa y alimentos en una labor que apuesta por la integración de nuestros miembros en la sociedad", sostiene una de las portavoces de la entidad. Conscientes de que "la crisis también ha llegado a los inmigrantes" y de que la dificultad para conseguir diferentes ayudas económicas obliga "a quienes pueden" a retornar a sus países de origen, los miembros de Amespa también se reúnen a lo largo del año para celebrar las fiestas típicas de los distintos países de los que proceden. Así, por ejemplo, los latinoamericanos se juntan el segundo domingo de mayo para festejar el Día de la Madre porque es una fecha que, indica la asociación, les gusta recordar siguiendo el calendario de su país -en España se celebra el primer domingo del mismo mes-.

"Queremos que la sociedad tenga claro que nosotros no le quitamos el pan a nadie y que no tema porque aumente el censo de inmigrantes", subraya otro de los miembros de la asociación latino-eslava.

Entre las diferentes asociaciones de y para inmigrantes que hay en la ciudad destaca, desde hace menos de un mes, la de Comerciantes sin Papeles creada por un grupo de inmigrantes dedicados a la venta ambulante y al top manta. La iniciativa de sus fundadores, en su mayoría senegaleses, surgió tras la redada organizada por la Policía Nacional el pasado 7 de enero en la calle Real, de la que resultó detenido un joven acusado de agresión. "Si lo acusaron de agresión es porque desde el pasado 23 de diciembre no es legal arrestar a nadie por top manta", declaró en su momento el miembro de la Asamblea polos Dereitos das Persoas Migrantes José Ángel Brandariz. Se trata de un "pretexto" que, según denuncian diferentes entidades sociales de la ciudad, "está a la orden del día".

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