lunes, 2 de febrero de 2015

La universidad española, bajo la lupa crítica

Las malas políticas gubernamentales aplicadas en España para enfrentar la crisis la han perjudicado, en particular las relacionadas con la educación y la investigación.  La reducción del presupuesto, no retener a investigadores jóvenes y sénior de primer nivel, la monogamia, etc. son factores que agudizan la crisis. 
También preocupa la reducida ubicación de la universidad en los grandes rankings. En este sentido la prensa ha destacado que apenas alguna institución estaría entre las 200 primeras del mundo y poco más de una docena entre las primeras quinientas.
Con el propósito de señalar el problema e indicar otros factores ajenos a la crisis que son de vieja data y que han afectado la calidad de la educación superior, profesores de diferentes universidades e investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas – Cisc- vienen publicado una serie de artículos en el periódico El País. 
Un primer elemento que formulan los académicos es la escasa financiación, que está por debajo del resto de países con los que se quiere comparar a España. Con exiguos recursos, dicen los expertos, es imposible que la universidad pueda estar entre las primeras 200 del mundo en las clasificaciones de referencia: Shanghái, Times Higher Education –THE- y QS.
 Con bajo presupuesto no se compite
Por ejemplo, la universidad Autónoma de Barcelona –UAB- con 295 millones de euros de presupuesto, no puede competir con la de Berkeley, si para el mismo número de alumnos (unos 37 mil) tiene casi seis veces menos dinero. Y qué decir de la universidad colombiana. El presupuesto de Uniquindío para este 2015 es de unos 33 millones de euros, con un poco menos de la mitad de estudiantes de la UAB.
Phil Baty, responsable del ranking THE, cree que España se equivoca con esta política de recortes. “Tienes universidades exitosas si pagas por ellas. Obtienes lo que pagas como sociedad. En crisis, debes protegerlas porque serán uno de los sectores que te ayudarán en épocas de dificultades económicas”. 
Otro tópico que se menciona, muy común en nuestro medio, es la pedagogía. Los críticos dicen que la universidad española ha venido abrazando irresponsablemente todo tipo de modas pedagógicas, dándole prioridad a cómo supuestamente se debe ‘enseñar’ y no a la calidad  de lo que se  imparte.
La endogamia siempre ha sido criticada Según el estudio realizado por Sanz-Menéndez y su colega del Csic, Laura Cruz, en 2006 en el 95% de los casos, el docente que ganó una plaza ya trabajaba en el centro donde logró un puesto fijo; el 70% no tuvo ningún contrincante; además, el 69% obtuvo la plaza en la Autonomía (departamento en nuestro caso) donde nació.

La endogamia no existe en las mejores universidades
El daño que hace la endogamia fue planteado hace 106 años por Charles W. Eliot (1834-1926), siendo rector de Harvard (EE. UU.). Vio que la endogamia estaba relacionada con la baja productividad antes incluso de que lo demostraran los estudios empíricos cuando en 1909 advirtió de que había que atajarla.
Todas las universidades del país se sumaron al debate y decidieron no contratar a sus doctores hasta pasado cierto tiempo, no se hizo ninguna ley, pero a mediados del siglo se resolvió el problema. Persistió débilmente en facultades de leyes y en algunos estados del sur. 
Para superar este mal, un comité de expertos le recomendó  al ministerio de Educación, Cultura y Deportes, impedir a las universidades contratar a un doctor propio salvo que haya estado en el exterior al menos tres años. Pero la propuesta generó polémica.
¿Por qué no hacerlo si es excelente? “Este sistema de no contratar al personal que estás formando y que ya está en ciertas líneas de investigación consolidadas no me parece adecuado”, dice la vicerrectora de la universidad de Málaga. “E incluso me parece que va contra el principio de igualdad de acceso a la función pública”. 
La ley se puede obviar con el consenso 
Sin embargo, Jordi Caballé, catedrático de Economía de la UAB, dice: “Un jurista podría decir que es inconstitucional. Pero en EE UU, por ejemplo, no está prohibido por ley pero hay un consenso.” Y la propuesta de acabar con la endogamia empieza a calar.
Las facultades de económicas de la UAB y las universidades Pompeu Fabra, Carlos III y Alicante, adoptaron hace ya años esta política, convencidos de que una universidad de excelencia pasa por  un sistema de reclutamiento de profesores similar al empleado en países como EE UU. Estas facultades lanzan a sus doctores a competir en los mercados de economistas del mundo y reclutan doctores de fuera.
Otra iniciativa la impulsó en 2001 Andreu Mas-Colell, con la Institució Catalana de Recerca i Estudis AvanCats (Icrea), encargada de buscar talento a través de convocatorias internacionales.  
Se debe inyectar talento en el sistema, pues es imposible universidades de primera si no tiene talentos de primera.
Esa decisión ha demostrado que el talento atrae mucho dinero. Icrea, con un presupuesto anual de 23 millones de euros, ha contratado a 307 investigadores de muy diversas especialidades, y por cada millón de euros invertidos, los investigadores captan tres millones. 

Gobernabilidad de la universidad, juego político
La gobernabilidad de las universidades, también ha sido criticada. Sanz-Menéndez, doctor en Ciencias Políticas y Sociología lo explica así: “La universidad se parece a un juego político, favorece la formación de coaliciones espurias. El rector se elige entre los miembros del campus  mediante elecciones —con voto ponderado—. Necesita los votos y busca lealtades”. Ha habido intentos para cambiarlo, pero la universidad se resiste.
En un debate de la Asociación Europea de Universidades, el moderador preguntó: ¿Por qué es tan difícil cambiar los campus? El vicerrector de la universidad de Edimburgo le contestó: “Cambiar una universidad es como cambiar un cementerio. Se pueden hacer muchas cosas, pero no esperes la colaboración de los que viven dentro”. 
Además: “La prolija regulación estatal, a la que se han sumado estatutos y reglamentos internos de todo tipo, ha contribuido a convertir las universidades en instituciones muy burocratizadas y ensimismadas, gestionadas en función de los intereses de sus claustros”, dice Clara Eugenia Núñez en uno de los  artículos. 
El problema de la fuga de cerebros lo resaltó Albert Einstein: “Solamente serán exitosos los pueblos que entiendan cómo generar conocimientos y cómo protegerlos; cómo buscar a los jóvenes que tengan la capacidad de hacerlo y asegurarse de que se queden en el país. Las otras naciones se quedarán con litorales hermosos, con iglesias, con minas, con una historia espléndida; pero probablemente no se queden ni con las mismas banderas, ni con las mismas fronteras. Y mucho menos con capacidad económica”.
¿Cualquier parecido con nuestras universidades será parte de nuestra herencia hispana? Aunque en España hay intentos por mejorar. 

Por Diego Arias Serna 
Madrid, España
Presidente Fundación Semillero Científico EAM
darias@fis.ucm.es
Publicado en Crónica del Quindio

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