sábado, 8 de octubre de 2011

LOS LOCUTORIOS SE QUEDAN SIN CLIENTES Y TIENEN QUE CERRAR

Domingo Alonso, madrileño de 65 años, tenía el sueño de montar un negocio familiar. Corría el año 2004 y la economía española, que por entonces no daba muestras de venirse a pique, ofrecía todas las garantías para hacerlo. Eran, además, los años del llamado “boom migratorio” en España y algunos comerciantes ya habían emprendido, con resultados más o menos favorables, la aventura de entrar en el mercado de los extranjeros. “Quería ser dueño de un negocio independiente, sobre todo, por el futuro de mis dos hijos. Mi mayor deseo era que laboralmente no dependieran de nadie. Así que compré el local y lo acondicioné. Lo del locutorio era una buena idea, ya que entonces era un sector que estaba en auge”, recuerda.



Durante los primeros cuatro años, los números de Domingo mantuvieron una tendencia al alza. Las ganancias, aunque no eran excesivas, permitían que el negocio se autofinanciara y que él y su familia pudieran vivir de lo que quedaba en caja. Ofrecía dos servicios básicos: Internet por horas y llamadas al extranjero. Había, sin embargo, un agregado: al estar ubicado en la zona universitaria de Vicálvaro, los estudiantes (extranjeros y españoles) acudían en masa al local. Con el tiempo se creó una red de clientes itinerantes y fijos que fue, durante esa primera etapa, la base sobre la que se asentó el negocio. Pero vino la crisis, apenas cuatro años después de la apertura, y las cosas cambiaron de la noche a la mañana. De inmediato, la facturación registró números nunca antes vistos y los pagos empezaron a ser una verdadera molestia.

Actualmente, se cierran dos de cada tres locutorios en España. Y ese tercero, si no cambia de manos, se mantiene con aportes adicionales

“Ha sido así desde entonces -agrega Domingo-. Llevamos casi tres años en la misma situación. Las cuentas no nos cuadran y los clientes han disminuido casi en un 50%, sobre todo, en los teléfonos. Todos los meses tengo que hacer inyecciones de dinero para cubrir las deudas. Y lo seguiré haciendo, por lo menos, hasta que pueda”.

TENDENCIA.- Peor suerte han corrido otros dueños y administradores de locutorios en España, que desde inicios de 2008, con el advenimiento de la actual crisis económica, han tenido que cerrar sus negocios. Juan Álvarez, colombiano de 41 años, ha inscrito hace poco su nombre en dicha lista. Administraba desde hacía cinco años un local en el barrio madrileño de Prosperidad, que gozaba de buena acogida entre vecinos y amigos. Sus precios eran los más bajos de la zona. Pero a partir de enero de 2011, la contabilidad empezó a arrojar números rojos y los gastos no tardaron en agobiarlo. Desestimó más de una vez la idea de cerrar. Prefirió seguir funcionando, aún cuando sólo fueran tres o cuatro días a la semana; luego, dos. Hasta que la situación se hizo insostenible y no tuvo otra opción.

“Hice lo que pude por mantenerme a flote. Además del locutorio, administro un bar en la misma zona y más de una vez tuve que invertir el dinero de éste para suplir las deudas que iba adquiriendo mes a mes. Pero fue en vano. El local está cerrado desde julio y estoy esperando a que aparezca un nuevo administrador para que se haga cargo de él”, cuenta.

Aunque no existen estadísticas oficiales sobre el tema, la recién desaprecida ASOCELOM (Asociación de Locutorios de Madrid) calcula que en el país hay cerca de 20.000 locutorios, de los cuales 2.500 se encuentran dentro del perímetro de la capital. Aún así, en los últimos dos años el decrecimiento de este sector ha sido del orden del 45%. “La tendencia ahora es al cierre. No se están abriendo nuevos negocios desde que empezó la crisis. Calculamos que dos de cada tres de estos locales están cerrando. Y ese tercero, el que continúa abierto, por lo general se traspasa a otras manos, es decir, cambia de administrador al hacerse inviable económicamente. O continúa abierto sólo porque el dueño prefiere seguir tirando de sus ahorros y soportar el momento con inversiones adicionales”, afirma al respecto la presidenta de la asociación, Sandra Ramírez.

El diagnóstico lo confirma otro de los integrantes de la cadena: los proveedores de minutos. Satel Network, firma que trabaja en red con la compañía Telefónica desde el año 2003, ha visto disminuido casi a la mitad el número de locutorios adscritos a su base de datos. El director de la compañía, Guillermo Aguilar, afirma que es una situación que afecta principalmente a sus clientes de origen latinoamericano: colombianos, ecuatorianos, peruanos y, sobre todo, dominicanos. “Han sido los principales afectados por la crisis”, afirma. En cambio, deja claro que ha habido un “leve repunte, o por lo menos cierta establidad, en los locutorios administrados por personas que provienen de Asia o de países del norte de África, especialmente, Marruecos”.

Viarma, otra de las empresas del sector cuya facturación ha disminuido entre un 20 y un 30% en el último año, comparte tal afirmación e incluso va más allá. “En los últimos años, muchos locutorios han pasado a manos de paquistaníes. Y ellos, por lo demostrado hasta ahora, pertenecen al grupo de administradores a los que no les importa tanto la calidad, sino los precios bajos. Ofrecen llamadas muy baratas, pues contratan un servicio VoIP que en la mayoría de los casos es deficiente. Estos locutorios han dejado de contratar servicios como el nuestro y, por consiguiente, los resultados saltan a la vista”, opina otro miembro de la compañía, Luis Eduardo Toro.

CAUSAS.- Al tratarse de un negocio cuyos principales clientes están dentro del colectivo inmigrante, la tendencia a la baja resulta más significativa si se tiene en cuenta que los extranjeros, con una tasa de paro cercana al 23%, han sido especialmente golpeados por la recesión. Ante la dificultad de encontrar un trabajo estable o de gestionar un negocio propio, muchos han optado por acogerse a los planes de retorno voluntario que el Gobierno puso en marcha hace tres años. Si bien el número sigue estando lejos de las expectativas del Ministerio de Trabajo e Inmigración, se calcula que, a fecha de julio de 2011, cerca de 8.000 inmigrantes han regresado a casa.

La situación no es menos espinosa para los que han decidido quedarse. Aferrados al paro o a las ayudas sociales, miles de ellos se han visto obligados a recurrir a una economía de ahorro. Si bien el envío de dinero y la comunicación telefónica o vía Internet con sus países de origen sigue siendo una necesidad, no lo es tanto como hasta hace dos o tres años. “El envío de dinero es lo que más ha bajado. La gente ya no manda tanto, ya que cuida su bolsillo. Y también, las llamadas. El que antes se demoraba 30 minutos al día, ahora sólo habla 10”, afirma la administradora de los cuatro locutorios de la cadena Yunis Express, la dominicana Victoria Feliz.

Estos cálculos confirman la tendencia a la baja en dichos servicios. Según ASOCELOM, en la actualidad los inmigrantes hacen en promedio de una o dos llamadas semanales, lo que contrasta con la media de una al día que realizaban antes del comienzo de la crisis. En cuanto al envío de dinero, los números tampoco arrojan demasiadas luces. La asociación calcula que hasta hace año y medio, los extranjeros hacían dos o tres giros mensuales. Ahora, salvo en algunas fechas especiales (Navidad, Año Nuevo, Día del Padre, Día de la Madre, entre otras), la tendencia es de uno cada trimestre.

En cambio, lo que sí ha registrado un repunte son las horas de Internet. “Sabemos que los usuarios de los locutorios dejan entre 1 y 2 euros de media cuando solicitan este servicio. No sólo porque económicamente es más rentable, sino porque además ofrece mayor interactividad. El que se conecta puede chatear con sus familiares y amigos, y adicionalmente tiene la posibilidad de utilizar la webcam o la herramienta de la vídeo-llamada. No es extraño, pues, que el servicio de cabinas esté pasando a un segundo plano”, continúa Ramírez.

Pero, más allá de la crisis, hay otra causa que podría estar afectando al buen funcionamiento de estos negocios: las licencias de Microsoft. En el año 2008, el Gobierno, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y la propia compañía llegaron a un acuerdo para legalizar a los más de 2.000 locutorios que en ese entonces operaban sin haber adquirido las licencias por el alquiler del software. Se lanzó un llamamiento general a los administradores para que se acogieran a la medida y firmaran lo que se denominó el “contrato de alquiler de productos para cibercafés de Microsoft”, que les permitía disponer durante doce meses de los derechos de alquiler de Windows para su negocio.

La iniciativa, promovida y ejecutada por el auditor de Microsoft España, SOGELISE, no cayó muy bien en el sector, pues suponía un pago adicional por el número de ordenadores que el local tuviera en funcionamiento. Concretamente, la cifra rondaba los 200 euros por cada uno de ellos. ASOCELOM calcula que, en la actualidad, los locutorios tienen entre 8 y 10 ordenadores como media, lo que supone un gasto anual de casi 2.000 euros por tal concepto. “Es muy raro, ya que se trata de una medida que empezó en plena crisis, y no antes. Todo el movimiento fue muy sospechoso. Aún así, con el tiempo ha quedado claro que se trataba de una persecución hacia los locutorios. Catalunya es un buen ejemplo, pues fueron muchos los que cerraron durante los primeros meses de vigencia de la iniciativa”, agrega Ramírez.

Cristian Guerrero, colombiano de 20 años, asumió hace dos meses el riesgo de abrir un locutorio en plena crisis. De momento, no le preocupa tanto el tema de los clientes como sí el de las licencias de Microsoft. “No tengo claro qué es lo que debo hacer. Sé que se trata de unos permisos para poder operar con tranquilidad. Aún así, me parece un gasto excesivo e injustificado, sobre todo, por la situación en la que nos encontramos”, opina.

FUTURO.- Los locutorios existen en España desde el año 1992. A partir de esa fecha, han registrado un paulatino ascenso que ha sido directamente proporcional a la llegada de nuevos inmigrantes. En un principio fueron ideados como locales para realizar llamadas al extranjero y vender productos típicos de algunos países. Luego, con los avances tecnológicos y de comunicación, muchos decidieron incorporar los servicios de Internet y envío de dinero, hasta llegar al tipo de locales que hoy conocemos. Pese a la crisis, ASOCELOM no cree que el panorma actual se prolongue por mucho tiempo. “Es una cuestión de ciclos. Para 2015 esperamos un nuevo auge de locutorios en todo el país, ya que, entonces, está prevista la recuperación definitiva de las finanzas españolas y, por tanto, una mejora en la economía de los inmigrantes”, afirma su directora.

Lo mismo opinan las compañías proveedoras de minutos, cuyo futuro está hermanado con el de los locutorios: “El negocio va a seguir, pues los inmigrantes se van a quedar. No importa que la cobertura de Internet crezca y que los operadores móviles traten de captar clientes con ofertas cada vez más atractivas. Eso sí, creemos que va a cambiar y que, en un par de años, se concentrará en pocas manos”, estima Guillermo Aguilar, de la compañía Satel Network.

“En 2015 esperamos un nuevo auge de los locutorios, pues para esa fecha está prevista la recuperación de la economía española"

Luis Eduardo Toro, de Viarma, tiene la misma opinión, aunque afirma que hay un factor interno que puede jugar en contra de los administradores de estos comercios: “Tienen poca organización. En varias oportunidades se han tratado de crear asociaciones, como en el caso de ALYCE, desaparecida hace más de un año. Pero es muy difícil lograrlo. Primero, porque no existen cifras concretas de cuántos locales hay, ni de cuál es su situación; y segundo, porque los propietarios no quieren entender las ventajas de establecer un gremio, y cada uno va a su ritmo”.

De hecho, la propia ASOCELOM ha cesado actividades tras un año y medio de intentar aglomerar el mayor número de locutorios de Madrid. Su directora, sin embargo, cree que las causas de esto van más allá de la apatía. “La mentalidad de los dueños o administradores es todavía de empleados, pero no de empresarios. Tienen una mala planificación. En la mayoría de los casos, no hay previsión de costos ni de fondos, y la financiación es muy improvisada. Escasamente llegan a fin de mes, y cuando están ante un problema no saben cómo afrontarlo. Es esa idea la que hay que cambiar. De lo contrario, será un círculo vicioso”, concluye Ramíez.
Publicado en revista Tumai

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