lunes, 27 de diciembre de 2010

La crisis en España acaba con los sueños de muchos migrantes

La idea era quedarnos aquí, traer a nuestros niños y conseguir los documentos porque aquí se vive mejor", pero "me han planteado el retorno y he dicho que sí": la paraguaya Magaly Báez es una de los muchos inmigrantes a quienes la crisis ha forzado a renunciar a su proyecto vital en España.
Esta madre de 26 años que perdió su empleo hace unos meses, al igual que su marido, se ha visto obligada a acudir desde hace unas semanas a un comedor de inmigrantes tras haberse quedado sin recursos. "¡Al principio me daba hasta vergüenza!", confiesa, turbada, esta paraguaya de 26 años cargada de bolsas de plástico con fiambreras en las que se lleva el almuerzo y la cena del día para dos y la comida para su bebé de 9 meses.
Para ellos, "la ayuda es súper importante", confiesa. "Si no fuera por eso, ¡quién sabe si estaríamos comiendo!", se angustia la joven, que llegó a España hace casi tres años sin papeles, con el objetivo de traer más tarde a sus otros tres hijos e instalarse en el país y a quien la crisis ha obligado a desistir.
Mientras espera a que la Cruz Roja inicie los trámites para ayudarles a retornar pagándoles los billetes de avión, a través de un plan gubernamental para inmigrantes ilegales en situación límite, vive de dinero prestado, trabaja tres horas por semana limpiando y hace de canguro en un apartamento que comparte con compatriotas.
El desempleo ha obligado a muchos inmigrantes a pedir ayuda básica y en el único comedor para ellos abierto por la Comunidad de Madrid, éstos han pasado "de 500 a más de 600" al día, frente a los 300 de antes de la crisis, según su director, Javier Hernández.
"El retorno, todavía no", dice por su parte el boliviano Germán Cuéllar, camarero de 44 años, sin papeles y sin trabajo desde hace un año y medio. Del comedor se lleva la comida para él, su esposa y dos dos hijos, de 17 y 3 años. "Lucharemos hasta el final y si hay que retornar, lo haremos, pero como nuestros hijos están estudiando, no queremos cortarles el estudio", defiende, sin perder la esperanza en obtener el permiso de residencia y poder "trabajar en alguna provincia fuera de Madrid".
Aunque la economía española ha salido de la recesión, la crisis sigue afectando duramente a los inmigrantes en un país de 47 millones de habitantes en que el 12,2% son extranjeros (5,7 millones). Un 26,6% de éstos son latinoamericanos (1,45 millones), la mayor comunidad no europea, según cifras oficiales.
La mayoría llegó en los últimos 15 años, animados por un crecimiento económico a veces superior a la media de la UE al que contribuyó el 'boom' de la construcción y España es hoy uno de los países europeos con más inmigración, aunque con la crisis, el Gobierno asegura que las llegadas han caído drásticamente.
La recesión disparó el desempleo en España desde el 8% de la población activa a cerca del 20% (más de 4 millones), pero entre los inmigrantes es un 10% mayor y ronda el 30% (más de un millón de personas) desde hace dos años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
El ecuatoriano César Lezcano, de 40 años, que perdió su empleo en una panificadora de Alcalá de Henares (cerca de Madrid) a mediados de noviembre, no ha dudado en acogerse al otro plan que ofrece el Gobierno a los inmigrantes legales en paro para retornar, cobrando en dos partes el subsidio que les corresponde por desempleo. "No lo pensé mucho", "cada día uno va viendo a amigos que no encuentran trabajo" y "yo quería aprovechar lo poco que tenía", explica.
Ha cobrado el 40% del subsidio (3.500 euros) y los 5.000 restantes los recibirá en Quito. Con el dinero, quiere "comprar un pequeño negocio", como un locutorio telefónico. Después de tres años en España, se va con una sensación agridulce, "con una pequeña desilusión", ya que ha tenido que renunciar a su sueño de ahorrar en España para hacerse una casa en su país.
Por Elisa Santafé (AFP)

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